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Luis Gordillo · Constantes vitales


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El proyecto que Luis Gordillo (Sevilla, 1934) presenta en Casal Solleric es una de sus propuestas expositivas más completas de la última década, la mayor exposición que ha realizado hasta la fecha en las Islas Baleares. Constantes vitales reúne algunos de sus trabajos principales del siglo XXI con un carácter activo. Al mismo tiempo, esta revisión considera en profundidad las líneas de investigación más destacadas de este periodo final, dando especial importancia a sus implosiones dibujísticas, su persistente obsesión por las caras y la aparición en estos años de extensos collages fotopictóricos. El planteamiento general de la exposición es dialéctico y no cronológico. Su intención es descubrir aspectos sintácticos y estructurales que sirvan para entender los modos de funcionamiento del artista, su manera de enfrentarse al hecho creativo con desprejuicio y máxima libertad, colocando siempre en primer lugar un tipo de praxis experimental que permite muchos desarrollos abiertos, especialmente aquellos que facilitan una constante retroalimentación entre pintura y fotografía, un territorio característico del autor donde la imagen en proceso define configuraciones internas que construyen la obra. 

Constantes vitales es una muestra viva, está pensada con un sentido dinámico que huye del cubo blanco y tiende a lo escenográfico, un espacio donde el edificio y la obra mantienen a lo largo del recorrido un diálogo continuo. Su objetivo es implicar al visitante, mostrarle las tensiones y energías que desprende su trabajo desde dentro, ofreciendo una doble perspectiva: por un lado, una visión macroscópica de familias afines de cuadros o temas recurrentes de su carrera; por otra, una observación detenida de las combustiones, exploraciones y derivas que se generan en el estudio. La exposición viene a ocuparse del Luis Gordillo del siglo XXI, mostrando con particular protagonismo sus cuadros de gran formato realizados antes y después de la pandemia, así como también aquellos procesos y tanteos originados a partir de la multiplicidad o fragmentación de la imagen.

 

Luis Gordillo · Constantes vitales
Planta noble / Casal Solleric
11 abril - 9 junio 2024
Comisarios: Sema D'Acosta y Fernando Gómez de la Cuesta

 


 

Cuadros gramaticales (pintura vertical)

En la dilatada carrera de Luis Gordillo, observamos ya desde sus inicios cómo su obra se bifurca en dos direcciones contrapuestas, territorios complementarios que en su caso funcionan como caras de una misma moneda: por un lado, un quehacer intenso y sufrido; por otro, expansivo y desbordado. El propio artista denomina a esta dualidad pintura vertical / pintura horizontal, una bisectriz que en 2024 sigue siendo válida para dividir el corpus de su producción. A veces ocurre que se encuentra ensimismado en un cuadro hacia dentro, procurando avanzar en profundidad intentando resolver, como un matemático que desarrolla una fórmula en una pizarra, la ecuación adecuada de esa pieza concreta. Ahí puede estar meses, darle vueltas y vueltas a cualquier asunto mínimo relacionado con problemáticas específicas vinculadas al color en función del volumen y la profundidad del campo pictórico, un tema preferente en su obra desde principios de los setenta. Ésa, digamos, es la pintura en vertical, la que determina sus cuadros gramaticales del tipo Zentrum que puede verse en esta sala, un tipo de trabajo donde la sintaxis del lenguaje de la pintura resulta fundamental.

 



Zoología razonada

Es curioso observar cómo, a partir de 2019, se incorporan a los cuadros fragmentos reconocibles de animales. Los primeros animales en aparecer en este último periodo fueron una pareja de zorritos asustados con fondo negro que miran al espectador con incertidumbre, una foto colocada en una pared del estudio que va a tomar protagonismo en dos obras de ese mismo año: Quién mira quién y Visión-Dispersión-Destrucción. A partir de entonces, encontramos animales en cuadros como Oremus (iguana y elefante), Zoología razonada (cerdito-perrito), Ratón ¡No gravity! (elefante) o Amistad verde (Iguana). Desde hace mucho tiempo, el artista colecciona en su estudio objetos singulares, y juguetes de animales, figuras que le sirven de modelo para practicar composiciones fotográficas que luego pueden ampliarse a mayor tamaño sobre un lienzo o incluso inspirar motivos para algún cuadro.
Es pertinente establecer la relación entre estos animales de ahora y otros garabateados a modo de dibujos automáticos a principios de los setenta (basta recordar una obra de 1971 como Dos seres domésticos o su aportación a la carpeta de serigrafías Animales salvajes, animales domésticos de 1973), algunos de los cuales también se convirtieron en cuadros. En aquel entonces, el desencadenante de una imagen inicial eran dibujos de seres absurdos, indefinidos; en el siglo XXI, esa simiente-motivo proviene en su mayoría de fotos ordinarias tomadas en su entorno próximo.

 


Caras remix

Desde el comienzo de su carrera, los rostros han sido una constante en pintura, fotografía y desarrollos gráficos. Al principio fueron cabezas. De hecho, esa fue su primera gran serie de cuadros de 1963 a 1965. De adolescente, Luis Gordillo coleccionaba sin intención aparente y de manera convulsiva tres tipos de imágenes que recortaba de periódicos o revistas: 1) cabezas de personajes relevantes, 2) chistes y 3) publicidad que le enviaban a la consulta de su padre, que era médico; muchas de esas fotos eran guapas mujeres sonrientes. Esa obsesión inicial por lo más característico de la fisonomía humana, por esa parte que nos hace identificables ante nosotros y los demás, la ha mantenido a lo largo del tiempo y será uno de los elementos más reconocibles del corpus de su obra en todos los periodos. Él mismo escribe a este respecto que las cabezas eran un antídoto contra la dispersión de la personalidad, una representación, aunque fuera simbólica, de su atención por los problemas psíquicos.

En la última década, es curiosa la persistente obsesión por usar como modelo caretas de goma, un elemento que vuelto del revés genera una imagen entre intrigante y repulsiva. Ese extrañamiento, la búsqueda de una imagen desconcertante pero al mismo tiempo reconocible, es intencionado. Para Luis, la cara debe incomodarnos, movernos algo, evitar siempre lo satisfactorio o complaciente.


Murales foto-pictóricos

Últimamente, de modo sorprendente, la hipergerminación iconográfica de su taller se ha convertido en extensos murales fotopictóricos, un modo de hacer original que podría ser considerado una de las derivas creativas más representativas de este último periodo de Luis Gordillo.

El origen de estas agrupaciones lo encontramos en las sucesivas composiciones de imágenes que el artista hace continuamente en las paredes de su estudio, un modo directo de comprobar cómo funcionan entre ellas, de observarlas con calma día tras día. Dentro de un orden, crean una poética extrañamente atractiva de antagonismos e imprevistos. El color y la forma se complementan como el binomio impulso/control, una dualidad motriz en su trabajo. Funcionan, de algún modo, como un autorretrato expandido: hay muchas caras, bastantes de él mismo, casi siempre presentadas con humor. También hallamos retales de obras o cualquier otro detritus de trabajo que encuentre a mano. Observamos igualmente, fotografías de prensa o reproducciones de obras suyas extraídas de catálogos o de pruebas, material de imprenta, cartulinas de colores recortadas o con manchas de pintura, todas puestas con intención. Hay guiños continuos a pintores del pasado, desde Durero a Rembrandt pasando por El Greco o Goya. Con los murales, se rompen los límites entre lenguajes y se añaden recursos de distinta procedencia, son una ampliación evolutiva de sus collages, pero con una vitalidad más concentrada e intensa, poseen algo híbrido que linda con lo pictórico.


Desarrollos horizontales

Al principio de su carrera, estos desarrollos horizontales los hacía garabateando formas sobre un papel, que pasaban de un folio a otro, o de una página a la siguiente si era un cuaderno. Esta manera de trabajar era un modo de dejar salir cosas fuera, ya sean mentales o emocionales, característico de sus series iniciales en tinta china concebidas en París (Abstracciones, 1959-60). De hecho, incluso reconociendo en ellos algo sustancialmente distinto al tipo de trabajo que vendría después, ese modo evolutivo de permitir que un yacimiento productivo se dilate siguiendo la intuición, pervive hasta hoy después de haber pasado por distintos estadios. Han cambiado los motivos, los recursos y materiales, las técnicas y tecnologías, incluso los medios, pero ese sistema circulatorio se ha mantenido adaptado a cada época.

Desde entonces, en el momento que coge una veta favorable, la energía fluye con plétora como ocurre en Electro-amable (2020), una expansión parecida a las ondas que se propagan cuando se lanza una piedra al agua. Pocas veces hay previsión; si acaso un cierto control para evitar que las ideas mueran por saturación.

Aun manteniendo un nivel alto de entropía que impide prever la combustión que generan estos desbordamientos horizontales, para el artista resulta mucho más fácil seguir la estela de estas fuerzas derramadas que inventar otras nuevas.


Energías vivas

Existen una serie de trabajos de Luis Gordillo iniciados a partir del nuevo siglo que, sin ser expresamente ni fotografía ni pintura ni dibujo, utiliza la imagen con desprejuicio y libertad para generar unos resultados tremendamente frescos e inclasificables, tal como ocurre por ejemplo con Huida en espejo (2020). Este tipo de piezas orgánicas son difíciles de definir, mezclan sin inconveniente retales de procedencia diversa que van desde el collage hasta la apropiación. Su virtud fundamental es la viveza. Formal y conceptualmente, estos crecimientos ongoing suscitan aspectos de interés. Poseen atrevimiento y desparpajo, no parecen concebidos por alguien de tantos años. Para un artista veterano, lo peor es caer en la reiteración, acoplarse a una fórmula reconocible para seguir generando lo mismo siendo identificado. Luis no es el caso; más bien lo contrario, siempre está en la búsqueda de investigaciones nuevas, tal como demuestran obras de este tipo. Cada vez le cuesta más pintar debido a la edad, por lo que colocar elementos con un cierto sentido estético supone una forma alternativa de concebir una especie de cuadro sui géneris, pero sin pinceles. La composición debe funcionar por equilibrios de zonas y tensiones internas; sin que se note, tener su propia musicalidad. Sus ingredientes actúan como una combinación polifónica de varias voces e instrumentos simultáneos que forman un todo armónico.

Duración:

Desde el 11 de abril de 2024hasta el 9 de junio de 2024

Días: Martes, Miércoles, Jueves, Viernes, Sábado, Domingo
Localidad: Palma
Lugar de celebración:

Planta Noble / Casal Solleric

Precio: Gratuït

Galería Multimedia

Fecha última modificación: 24 de abril de 2024